Peñico: La ciudad que renació de las cenizas de Caral
Escondida en el valle medio de Supe, entre meandros del río, crestas montañosas y las memorias de una civilización desaparecida, Peñico despierta a una nueva vida. Durante más de 3.500 años, esta ciudad estuvo olvidada; hoy abre sus puertas a una nueva generación de exploradores, investigadores y viajeros.
Entre Andes y costa: una ciudad andina estratégicamente ubicada
Peñico se encuentra en la actual provincia de Huaura, en el distrito homónimo del departamento de Lima, a unos 180 km al norte de la capital. La zona arqueológica se alza sobre un promontorio rocoso en la margen izquierda del río Supe, a 600 m de altitud, en el punto donde los valles de Supe y Huaura casi se tocan. Rodeada de montañas que alcanzan los 1.000 m, Peñico conecta varios ecosistemas: la costa árida con sus recursos de sal y pesca, los fértiles Andes con papas, textiles y minerales, y la lejana selva con productos exóticos, plantas y plumas.
Esta ubicación hizo de Peñico un enlace entre mundos culturales, y fue hace milenios la razón para que aquí surgiera una nueva ciudad, capaz no solo de sobrevivir, sino de crear un nuevo orden a partir de la crisis.
Desde la sombra de Caral
Caral, hoy célebre como la ciudad más antigua de América, fue en su tiempo el centro cultural, religioso y económico del valle de Supe. Pero hacia finales del tercer milenio a.C., los cambios ambientales y la escasez de recursos provocaron su declive. Lo que siguió no fue una edad oscura, sino un nuevo comienzo creativo.
Peñico se erigió en el Formativo Temprano (ca. 1800–1600 a.C.). A diferencia de Caral, no estuvo orientada a la monumentalidad y el poder centralizado, sino a la integración. Aquí se encontraban personas de distintas regiones, surgían nuevas formas de organización y se reescribía la historia de un modo distinto.
Un centro planificado con profundidad ceremonial
El área arqueológica abarca más de 22 hectáreas y se divide en dos sectores principales: uno elevado, con vistas al valle, y otro más bajo, cerca del río. Destaca la planificación urbana: pirámides con plataformas escalonadas, patios rectangulares, plazas circulares hundidas, todo unido por ejes simbólicos que indican funciones administrativas, rituales y jerárquicas.
Hasta ahora se han identificado 18 subestructuras, que revelan que Peñico fue tanto un centro espiritual como un espacio de trabajo especializado, diferenciación social y dinamismo cultural. Muchos rasgos arquitectónicos —combinación de plataforma, escalinatas, salas de reunión y espacios ceremoniales— recuerdan a Caral, Alpacoto o Piedra Parada, pero adaptados a la topografía local y a nuevas necesidades.
Comercio, hematita y cuerpos sonoros sagrados
La riqueza de Peñico se basaba en el intercambio: conchas y pescado seco desde la costa, papas, maíz y textiles desde la sierra, plantas medicinales y plumas desde la selva. La hematita, un mineral rojo brillante vinculado en la cosmovisión andina a la vida, la sangre y el poder, era especialmente valorada. Quien controlaba este recurso, controlaba capital simbólico.
Los hallazgos de cerámica, piedra y hueso —figuras antropomorfas, joyas, herramientas y trompetas de concha marina— muestran la vida cotidiana y la profundidad espiritual del lugar. Estas “pututus”, hechas de caracolas, no solo producían música, sino que eran instrumentos cargados de significado: poder hecho sonido.
Un retorno con dignidad: Peñico Raymi
El 12 de julio de 2025, tras años de trabajos arqueológicos, Peñico fue abierto al público. La inauguración se celebró con el primer “Peñico Raymi”, una fiesta ritual en honor a la tierra, la vida y la comunidad. Danzas, música, ofrendas a la Pachamama y presentaciones de artistas locales unieron pasado y presente en un acto vivo de memoria.
Cabe destacar que más del 80% del equipo de excavación y de los actuales mediadores provienen de las comunidades cercanas, formados como arqueotécnicos, guías e investigadores. Peñico es, así, un verdadero proyecto de la población local.
Educación y tecnología
Visitar Peñico es viajar al pasado y también asomarse al futuro. Un centro de visitantes con túnel de realidad virtual, dioramas, maquetas y estaciones interactivas muestra cómo pudo haber sido la vida hace 3.800 años. El foco está en la ciencia andina, la tecnología indígena y el uso sostenible del espacio y los recursos.
El objetivo no es solo turístico, sino educativo: para escuelas, universidades y habitantes de la región. Quien conoce su historia, puede construir su futuro.
Cómo llegar a Peñico
Peñico está a unas 2,5 horas al norte de Lima. Se llega por la Panamericana Norte hasta el kilómetro 184, donde se toma el desvío hacia Caral por la ruta “Vía Caral – Ámbar”. Primero se alcanza el centro de Caral (a unos 23 km) y luego, tras 34 km adicionales, Peñico. El trayecto atraviesa paisajes impresionantes, zonas agrícolas y otros sitios arqueológicos del valle de Supe.
Peñico es más que una excavación: es una respuesta al cambio, un puente entre cosmovisiones y una invitación a comprender. Quien quiera conocer el Perú con todos los sentidos, encontrará aquí un lugar único donde el pasado cobra vida y el futuro se hace posible.
Imagen de portada: Mincetur